Desde que asumimos el Departamento de Formación y Acreditación del Colegio Médico de Chile a fines de enero de este 2024, hemos orientado todos nuestros esfuerzos a contribuir desde nuestra orden
profesional a la calidad médica de Chile. Nuestro diagnóstico es claro: la calidad de la educación médica en Chile es una historia de excelencia pero que hoy está bajo amenaza.
Desde nuestro punto de vista, algunos de los desafíos que presenta la educación médica en Chile son los siguientes:
1- No tenemos déficit de médicos generales:
El surgimiento de nuevas escuelas de medicina, llevado adelante por presiones de mercado y no por proyectos académicos sólidos (Bernasconi, 2014), ha producido un ascenso exponencial de médicos generales, estando hoy por sobre el promedio OCDE. Sólo al 2024 existen en Chile más de 19.000 estudiantes de medicina (Superintendencia de Educación Superior, 2024). Sin embargo, las mismas presiones de mercado tergiversan la misión de las universidades: la apertura de medicina siempre llena todos los cupos de pregrado por lo que desde el punto de vista de las instituciones educacionales es conveniente seguir abriendo escuelas y aumentando los cupos. Sin embargo, esto lo realizan muchas veces sin tener la cantidad de médicos contratados como profesores o sin campos clínicos ad hoc. Esto determina un daño en la a enseñanza tutorial junto al enfermo.
2- Hay déficit de especialidades:
En contraposición al punto anterior, sí tenemos un déficit importante de especialidades cuando nos comparamos con otros países OCDE. Dada la diversificación de especialidades en el mundo, este problema requiere distintas medidas para su resolución. Una de ellas es hacer a los especialistas y subespecialistas lo más prescindibles posibles, generando médicos generales que sean resolutivos. Para esto, es esencial que en la formación de pregrado haya una significativa exposición a especialistas, de ahí que sea importante que las escuelas, más que abrir pregrado orienten sus esfuerzos en el desarrollo de escuelas de postgrado.
3- Se pretende disminuir el rol del médico general:
Algunas universidades han emprendido cambios curriculares para la reducción de pregrado de 7 a 6 años dentro de la última década. Esta noticia nos genera cierta preocupación, dado que el espíritu que va detrás de esa medida es el paso más rápido a procesos de especialización. Creemos que buena parte de los resultados sanitarios del país se han debido a un sistema basado en el rol de la medicina general. Al mismo tiempo, si todas las unidades académicas se orientan en formar a médicos generales de muy buen nivel, éstos serán capaces de resolver más problemas de salud, disminuir derivaciones, iniciar estudios en enfermedades complejas, ganar tiempo y con todo lo anterior ahorrar recursos que pueden ser orientados a otros eslabones de la cadena de producción de salud.
Considerando estos asuntos, parece razonable que no cualquier universidad abra medicina sólo porque les resulte conveniente. Hemos iniciado un proceso de trabajo para elevar las exigencias para la acreditación de las escuelas de medicina. Por otro lado estamos trabajando en la elaboración de un instrumento multiparamétrico nacido desde el seno de la comunidad médica que evalúe la calidad de las escuelas de medicina, a modo de poner especial cautela con las unidades de menor nivel.
Conservar y proyectar una educación médica de alta calidad es un esfuerzo que consideramos imprescindible para seguir obteniendo buenos resultados en salud. Y sabemos desde el Departamento de Formación y Acreditación que requiere intervenciones a múltiples niveles.
Autor: Dr. Paulo Gneco
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